Inka fue descartada por el cazador que la tenía, y abandonada a su suerte, luego, no sabemos qué tipo de accidente cortó los deditos de una de sus patas delanteras; tuvo que pasar mucho dolor ya que esa patita se ha desarrollado mucho menos que la otra, algo que indica que estuvo tiempo sin apoyarla y caminando sólo con tres patitas.
Inka parió en la calle y a pesar de que había escondido a sus cachorros, un mal nacido se los quemó a todos a los 10 días de nacer.
La encontraron confusa y desconcertada, con esos ojitos de mirada perdida con los que nos encontramos a muchos perros que han vivido el maltrato.
Inka se dejó coger , resignada quizás a que todo lo malo que le podía pasar ya había pasado.
La llevaron a una residencia gracias a la asociación Arca, allí empezó a recuperar peso y se le medicó para que sus tetas hinchadas de leche no le dolieran y se desinflamaran.
Ahora está en acogida en mi casa con otros 7 perros que, como si supieran de su sufrimiento, han sido muy amables con ella y le ayudaron a recuperar la confianza.
Le gusta jugar con los demás como una perra jovencita que es, camina muy bien con correa, y se pega unas carreritas muy muy veloces.
Es pequeña de tamaño (a penas pesa 16 kg) y es fina y elegante, de ser esquiva y asustada ha pasado a ser cariñosa y alegre, la tragedia de su vida es ya un pasado olvidado.
Ahora necesita una familia definitiva, ya lleva 10 meses en acogida.