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Sobre este tema hay mucho dicho, cada persona que tiene un perro habla sobre lo que se acuerda o no su perro, y aunque esto parezca así, no es exacto.

Los bailarines saben que hay una memoria que no pasa por los recuerdos, es una memoria que te permite recordar una coreografía larguísima, y volver a recordarla cuando ha pasado el tiempo, porque: ‘el cuerpo recuerda’. Es como tirar de un hilo, o la música o el primer movimiento funcionan como la punta de un hilo, el cuerpo recuerda lo demás a medida que lo hace, no es un recuerdo que se piense, es un recuerdo que surge. Por eso le llamo corporal.

Aunque no hay una división entre el cuerpo y la mente, las personas tendemos a dividirlos, a atribuir cosas al cuerpo y otras a la mente, y funcionar como si fueran dos entes separados, pero la realidad es que no lo son.

Los perros no piensan en esta división, que sólo le viene a las personas por no poder aceptar la muerte, el saber que somos mortales nos divide y hace que vivamos divididos como cuerpos y como mentes una dicotomía irreal.

Los perros, al no estar afectados por un funcionamiento racional, viven sin divisiones. Y su cuerpo tiene recuerdos que se hacen presentes en el momento indicado, no antes, ni después.

Así de pronto observamos conductas que no conocíamos de nuestros perros o que no sabemos de dónde han salido, es seguro un recuerdo corporal de una vivencia anterior, y así , las reacciones de los perros son totalmente coherentes pero con un suceso que no conocemos, y nos sorprende.

Un ejemplo. Suky, el podenco con su manito amputada, el otro día se quedó atrapado en un hilo de plástico de una valla, cuando se vio atrapado por una pata, inmovilizado y sin poder soltarse, su cuerpo reaccionó como lo hizo en el momento en que su patita se quedó atrapada y el susto le llevó a tirar y sentir un tremendo dolor, sus dedos se rompieron. Y durante mucho tiempo sintió un profundo dolor que aún no le ha pasado. Pero en esta ocasión, la reacción era exagerada, primero porque lo único que le impedía soltarse era su actitud de pánico que le hacía tirar y ajustar así cada vez más el hilo. Y segundo porque yo estaba a su lado e intentaba ayudarle, pero Suky gritaba, lloraba, mordía y se retorcía. No había cómo calmarle y sus tirones no ayudaban a soltarle.

Cualquiera de los otros perros, menos Inka (que también ha tenido una experiencia semejante a la de Suky y tiene una manito amputada en parte también), cuando se quedan atrapados, ladran llamándome y en cuanto estoy con ellos, se quedan quietos esperando a que les libere. Ellos no han tenido ninguna experiencia donde no han tenido ayuda y el resultado ha sido de dolor extremo, y por tanto, su cuerpo recuerda que si alguien se le acerca es para soltarles.

Lo mismo les sucede a algunos perros que han sido maltratados, unos salen corriendo en cuanto ven a una persona coger una escoba, otros se quedan paralizados o huyen cuando alguien quiere acariciarles, ver una mano levantada a la altura de sus ojos, hace que su cuerpo recuerde una paliza. Cada perro utiliza reacciones diferentes, unos gritan, otros muerden , otros huyen, otros se hacen pequeñitos como queriendo desaparecer, eso depende de cada perro, pero lo que hacen todos es reaccionar como lo han hecho en una experiencia semejante.

Por fortuna, el cuerpo también aprende, y esto les permite que a medida que la misma situación se resuelve de una manera diferente, van dejando de temer. Se acostumbran a las escobas, a los bloqueos por hilos, a las caricias… el cuerpo aprende nuevas experiencias, que al ser positivas van borrando la huella que dejaron las malas.

Por eso siempre es posible la recuperación de un perro asustado, incluso de la mayoría de los agresivos, porque este aprendizaje que hace el cuerpo, luego se convierte en un recuerdo corporal.